Desde el punto de
vista de la comida, podemos dividir el día en dos situaciones, una de ingesta y
una de no ingesta o ayuno.  El caso es
que pasamos demasiadas horas al día en la situación de ingesta, comemos por lo
general más de lo que necesitamos, comemos sin hambre y sobretodo comemos
alimentos que no alimentan, muchos carbohidratos de absorción rápida, muchos
alimentos ultraprocesados y muchos alimentos innecesarios. Esto hace que
nuestro organismo se encuentre en un constante estado de anabolismo (almacenamiento),
preocupándose de guardar ese excedente de energía que no necesita. 

 Durante el periodo de
ingesta, el organismo almacena energía en forma de glucógeno en el hígado y en
el músculo, pero cuando estos almacenes, que son muy limitados, están
completos, la única opción que queda es transformarla en grasa y almacenarla en
el tejido adiposo (tejido graso, es decir, los michelines), pero también se
puede acumular en los órganos  en forma
de grasa visceral, con el consecuente riesgo metabólico que conlleva
(hipertensión, resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, niveles altos de
colesterol, mayor riesgo de infarto, etc)

Por el contrario, en el periodo de ayuno el organismo se
verá obligado a cambiar a modo consumir
energía
. Esa energía se producirá a partir de glucosa, pero también de
grasa almacenada, sobre todo a partir de una cierta cantidad de horas de ayuno.

BENEFICIOS

  • Mejora la capacidad de utilizar glucosa y ácidos
    grasos.  La situación normal o de ingesta
    no permite el uso de grasas como fuente de energía debido al numero de comidas
    diarias y el exceso de carbohidratos.

  • Mejora la resistencia a la insulina (aumentando
    la sensibilidad a la insulina, lo cual mejora su actividad) y por tanto mejora patologías
    producidas por la resistencia a la insulina como ovarios poliquísticos, hígado
    graso, etc.

  • El ayuno intermitente no proporciona una pérdida
    de peso mejor que una dieta de restricción calórica, pero sí que es más fácil y
    más práctico producir dicha restricción calórica (además de los beneficios que
    aporta) ya que se hacen sólo 2 comidas al día o se hacen días de muy poca
    ingesta, lo cual resulta más fácil de llevar a cabo que una dieta clásica donde
    estás más pendiente de la comida y corres más riesgo de comer alimentos no
    adecuados.

  • Mejora patologías metabólicas como diabetes tipo
    2, obesidad, dislipemias, síndrome metabólico, hígado graso, etc.

  • Mejora factores de riesgo cardiovascular:  reduce riesgo de infarto, de accidente cerebrovascular
    (ictus), de insuficiencia cardíaca, reduce la presión arterial.

  • Mejora el estado cognitivo en enfermedades
    neurodegenerativas como Alzehimer o Párkinson.

  • Favorece la multiplicación y eficiencia de
    mitocondrias.

  • Mejora el perfil de la microbiota intestinal.

  • Promueve y aumenta la autofagia, lo cual ayuda a
    regenerar tejidos. Por el contrario el comer constantemente puede afectar
    negativamente a la reparación de tejidos.

Como ves no son pocos los beneficios para la salud del ayuno intermitente, lo cual quiere decir que no estamos ante una simple estrategia de pérdida de peso. Aunque son necesarios más estudios al respecto, los resultados son muy interesantes. 

Hay que tener en cuenta que para iniciar el ayuno intermitente, primero hay que tener muy claro el objetivo que se busca y segundo hay que tener en cuenta que debe ir introduciéndose de manera progresiva, pero este es un tema que se abordará en otros post.